En una lágrima

Cuánto hay en una sola lágrima?

Las hay sin amor? sin pasión y sin verdad?

Yo creo que cada una de esas gotas que vimos salir de un par de ojos que quisimos a nuestro lado, fue como una guerra que combatimos en nuestras vidas. Y en cada intento de detenerlas luchamos con lo que teníamos para lograrlo.

Pero hay lágrimas que no deben detenerse, sino acompañarse hasta que mueren en el suelo. No es taparlas lo que cura, sino dejar que vayan salando la herida que arde abierta.

Aún si son lágrimas de emoción, es nuestro corazón que desborda y no puede contenerse. Es la pasión que pide rienda y a veces, cuánto libera dejarse llevar ciegamente por ella.

Aún si parece errado, siempre pensé que todo lo que sale del corazón es una verdad.

Me acuerdo de la primera vez que vi llorar a mi papá. Yo tenía 10 años. Y todo lo que pude hacer fue agarrarle la mano y llorar con él. Acompañarlo en ese camino que ni bien empieza parece nunca terminar pero con el tiempo se llega al final. Y cada gota de tristeza suya que tocó el pasto esa tarde mirando el molino, fue abrazada a una mía. Como el rocío de la mañana que parece limpiar y purificar el campo.

Puedo probar cada lágrima que salió de los ojos de mi hermana cuando perdimos a Poncho, allá por donde nadie puede entrar. Y vi en sus ojos verdes cómo se nublaba un sentimiento que no moriría jamás.

Y creo ser más fuerte cada vez que no puedo contener las lágrimas, a pesar de ser totalmente vulnerable cuando pasa. Porque con cada goteo del alma, mi corazón se hace más grande y más rojo. Más puedo yo abrazar si lo siento y me dejo sentirlo.

Yo voy a estar, más no sea aferrado a vos cada vez que te sueltes y dejes salir lo que te duele. Porque te lo debo, porque me lo debés vos a mí. Y porque no importa lo que pase, es mi corazón el que te busca.

Dedicado a todo aquél que alguna vez haya acompañado una lágrima de otro hasta el suelo.