En el infierno hay sabor! Chico!

El otro sábado fui a bailar salsa con mi pelota (Gise).
Sí. Cha cha chá, para vos y tu hermana.

"Azúcahh", en Cabildo y Juramento. Al parecer, a las 22 hs los sábados hay un par de morochos que por $25.- te dictan el camino para quebrar caderas, revolear las patas y dejar que las señoritas lloren por tu candor.

En casa me preparé con una sola idea en mi cabeza "Voy a impactarlos YO a ellos". Lejos de ser un maquinal mamerto, voy a despojar mi cuerpo de huesos y mostrarles que también hay dulce en la sangre argentina!

Me puse unos buenos jeans, revolví mis pelos. Me calzé unas zapatolas Allstars verdes militar, me puse un sweater pegado al cuerpo (que está un poco pasado de asado y fernet) y CASI me pongo anteojos negros. Creo que tendría que haber llevado una camisa floreada sólo abrochada con el botón de abajo de todo y bañarme en olor a habano, miel y esperma. Pero bueno, era lo que tenía a mano.

Cuando estaba por ingresar, los 5 animales que detenían gente en la puerta me miraron y a coro dijeron "chiquitico... qué edad tienes tú". Y, je, no me gustó que me crean un nene pero fui feliz porque no lo soy pero tengo cara jóven. Lo miré con una media sonrisa, dudé y le dije "25, master" (el "master", fue para aclararle que Cabildo y Juramento queda en Argentina). Sonrieron los 5 en perfecta sincronía y se abrieron para dejarnos subir la rampa a un clima caribeño. Ya podía escuchar trompetas y timbales desde lejos. Apreté puñitos e hice el pedaleo hacia adelante típico con los brazos, mientras mis pies iban formando una línea recta y mi cadera giraba dentro de un hula hula imaginario, "Voy a dejar rubios a estos negros".

Dentro, un interesante grupo de gente miraba a tres morenos hablar con micrófonos e indicarles qué hacer. Pasó poco tiempo y ya estaba entre las hileras observando e imitando al endiablado mataco. Los primeros pasos fueron fáciles, después de todo mi cuerpo tiene mucha memoria de cumbia y uvita con tang de viejas épocas. Me confié y ni bien comenzó a sonar una rica salsa, me dejé llevar por mí mismo y todo fue bueno. "Por eso me pica aquí-i... y voy a rascarme allá-a. Para bailar bien al son... hay que tener corazón!", sonaba de fondo.

Todo fue colina abajo cuando el macaco dijo "Ahora, elijan pareja!" y yo dije "Hmmmm ñápate!". La primera vuelta pude elegir correctamente a mi pelota con quien obviamente no temía fallar, pero luego el demonio cubano aulló "Ahora, cambio de paréha!!" y ahí sí que no. Les describo los pasos siguientes de esta rítimca historia, con mis parejas de baile:

• La mujer peste
  Una morocha que debía tener entre 37 y 47 años (había poca luz) y se había bañado por última vez para festejar la caída del muro de Berlín. Su hedor hacía que yo baile casi como en los asaltos, rozándola con mis yemas. Ahí llegó la primer corrección del monono "Más pegao chico, que no muerde!" y casi le digo "No, pero apesta boludo. Se me decoloran los ojos!"
• El sachet de chocolatada
  Al siguiente "cambio!", apareció una Gimli gorda y acalorada que la tenía bastante clara y se mostró feliz de demostrármelo. Me agarró como si fuera su última oportunidad de un polvo y sin parar de reír meneó su cintura de Ecuador. Era como abrazar un Koihnoor, pero blando. Sí, momentos difíciles.
• Las tetas con mujer
  Ya un poco perdido con los pasos y revoleo de patas, me decidí a mirarme los pieseS para no caerme al piso o aplastar a la próxima desdichada boricua que me desafiara. Y fue en el peor momento, porque aparecieron 2 tetas y un rato después una chica. Bailar cerca era moralmente incorrecto (físicamente imposible además), pero eso me ayudaba para mirarme los pies. Y como no podía ser de otra forma, se me acercó el botón carbónico y me dijo "Oie, a mirar a los ójoh que estáh demasiao concentrao en su' bondádeh.. JOJO!!". Ahí por primera vez logré oscurecer mi piel, pero en vez de morena se puso BORDÓ. Hijodeunagran puta!! Me dejó como un cochino mirón!! Y le dije "Me estoy mirando los pies capo!!" Pero se rió y no me creyó. Un horror.

A todo esto Gise (preciosa pelota rítimca), iba encendiendo llamas por el piso como el DeLorean de Emmet Brown, aferrada a los sucesivos soretes que la acompañaban. Y claro, yo pensaba "Así debe ser el infierno. Calor, monstruos atocigándome, mi niña bailando con otro y salsa de fondo. Todo coordinado por un moreno con dientes de marfil que sólo se ríe y se burla."
Sigo, dos vueltas más:

• El poste de luz
  Nuevamente cambio de parejas y se personificó ante mí un poste de la General Paz, que se había aburrido de alumbrar y vino a bailar. Híiijade... medía 3 metros arrodillada. Creo que verme bailar con ella era la imágen de un Koala prendido de un árbol. Encima la forra era mala onda y no me tenía paciencia. Seguro cuando salió se llevó por delante una viga del techo, por sorete.
• El pilar de los all-blacks
  No sabía que los rugbiers se trasvestían y bailaban salsa!! Buenísimo, gracias. Tenía más espalda que una cancha de paddle y cada gamba era un nene de 5 años. Casi le digo que ella guíe como el hombre, total... Encima no me le ponía onda tampoco. Sos una gorila medieval y caracúlica? Así no va. Para colmo el morocho que dictaba la clase alrededor nuestro me iba corrigiendo, tirándome los pasos en clave. Sí, los pasos "son en clave":
  - Dile que no!
  - Pásale el salero!
  - Limpia la acera!
  - Aparca el carro!
  EH?!?! Boludo, no puedo hacer todo eso!! Estoy bailando!!

Lentamente la noche y la salsa se fueron despidiendo de mí y le dije a la pelo "Me voy, nos vamos. Cerrame la 4". Tiré de su brazo sacándola de las manos de un negro que creía que se había adelantado su cumple y ese era el regalo y salí dejando una nube con mi forma física. Ya afuera, la metí a Gise por una ventana y me tiré de cabeza dentro de mi auto.

La próxima vez que quiera gastar zapatillas, me voy a Creamfields y hago desastres.

Esta nota está dedicada a mi gran amigo Dani "Jusman". Tú sí que tienes azúcar en el corazón!!

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