Durmiendo con un gato
Les cuento.
El miércoles dormí con un gato. El tipo a las 5:38 de la mañanta empezó a hablar. Lo sé con esa precisión porque miré el reloj antes de actuar.
Al parecer no entendía el concepto de “cajita de piedritas” y quería ir a algún presunto “jardín”. Finalmente, notando que era en vano convencerme porque todavía no hablo su idioma, fue y la usó. Lo sé porque además de usarla se cago a piñas con las piedritas. Casi pierde pero ganó porque sigue con vida.
Igual eso no bastó, volvío hablando, sin parar. Se subió a mi cama y me habló al lado de la cabeza (debía pensar que no yo no oía si lo hacía desde el piso). Finalmente fui a la cajita, saqué lo que había hecho y lo tiré al cesto de afuera…. Al parecer es un gato limpio que no le cabe el mal olor porque cuando volví de afuera en calzones él se había metido en mi placard y dormía pensando “el boludo éste al fin entendió”.
Hoy a la mañana gozaba de mejor carácter y formas. Me preparó el desayuno y me deseó un buen día. Lo que no sé es si a los 5 minutos de mi partida destruyó la casa o la vendió. Me enteraré en unas horas cuando quizás, sea demasiado tarde.
Comentarios
Gise: Efectivamente, porque los pocos que tenía tengo que esconderlos. Maldición! No me gusta ver mi casa así...