Me importa cero, uno o tres

Así como en su momento hablé sobre la importancia del palo en nuestro idioma, hoy te caigo con otra observación:

Lo esencial que es EL CARAJO para que las cosas no nos importen.

¿Por qué afirmo esto? Algo puede:

- NO importar un carajo, ó

- importar UN carajo, ó

- importar TRES carajos

En todos los casos el mensaje es el mismo: no importa.

Esto permite entonces llevar la expresión a niveles de comunicación de más alto vuelo:

Jefe: ¿así que querés un aumento? Veo qué podemos hacer, pero estos ratas a mí también me deben un ajuste y no logro que me den bola. Siempre me están bicicleteando...

Subordinado #7: la cantidad de carajos que me importa cuánto te garca a vos TU jefe es equivalente a 0, 1 o 3. Vos podés elegir cuántos, pero tiene que ser una de esas tres cifras. El resultado va a ser el mismo.

O llevarlo un poco más allá:

Estefanía: che, viste? Parece que Sofovich echó a Nazarena de su programa y casi se agarran de los pelos en cámara.
Marcos: por favor sumá la cantidad de dedos que tenés en manos y piernas y después dividilo por 20. El resultado es cuántos carajos me importa todo esto.

Lo que no me termina de quedar claro es qué pasa cuando algo te importa dos carajos. O dieciocho. O cualquier número que no sea cero, uno o tres.

Zimba: che, se nos hace tarde para la cena con los vikingos.
Conrado: mirá, a mí eso me importa doce carajos.
Zimba: ...o sea que... ¿vamos? O ya fue. ¿Eh? ¡Hola!

La imagen ilustra la cantidad de carajos que me importa el tenis.