A un amigo
Extraño a mi perro...
Qué raro extrañar a una mascota como a una persona, no? Me pasa de ir en el auto y ver perritos y recordar al mío. Me pasa que con cada uno que abrazo, siempre en algún punto siento que es Poncho. Cuando me preguntan por él, casi siempre alguna lágrima se me escapa.
Me acuerdo que cuando lo fuimos a ver con mi familia, mi viejo fue todo el camino diciendo "No vamos a traerlo, eh? No vamos a tener un perro" (y nosotros enculados). Fue increíble. Se acercó a la caja de cartón, le alzaron en sus manos a una pelotita negra con un hocico diminuto que lo miraba y dijo "¿Cuándo nos lo podemos llevar?"
Dormí con él las primeras noches... Bah! "Dormí". Sufrí que llorara sin parar mientras lo calmaba como si fuera mi hermanito: "Bueeeno ponchito, tranquilo. Yo sé que extrañás a tu mamá". Mientras lo abrazaba (y a veces pensaba en cómo dormirlo de un golpe).
Yo decía que era mi mejor amigo. Cuando llegaba triste a casa siempre lo buscaba y lo abrazaba (mientras él gruñía, obviamente). Mi hermana se envolvía de risa y emoción cuando me veía. Ella todavía hoy llora.
Cuando caí en la cuenta de que lo íbamos a perder, lloré como si fuera un nene. Desconsoladamente. Me acuerdo de levantarme a la madrugada e ir a su cuchita para pedirle que no se vaya... De rezar, para que no se lo lleven. No soy muy creyente, pero hasta le dí de tomar agua bendita. Era su hora, pero no la nuestra...
El veterinario que ya le había tomado mucho cariño nos dijo que había que sacrificarlo, pero no teníamos el corazón ni el coraje. Sufría, pero no podíamos ser quienes termináramos con su vida. Finalmente mis viejos tomaron la decisión de hacerlo sin decirnos la fecha, para que no estuviéramos expectantes.
Ese día estaba trabajando en Ramos Mejía. Me sonó el celular y al ver que era mi mamá se me llenaron los ojos de lágrimas. Era lo que pensaba, pero nos había hecho un último favor: Ese día habían sacado turno para las 17 hs... Eran las 16 y mi viejo trabajaba en casa. Pasó por al lado de su cuchita y lo vió muy sereno. Lo tocó y ya se había ido. Poncho murió de causas naturales una hora antes de que lo sacrificáramos (acto que nos habría marcado mal por mucho tiempo).
Al día siguiente mi viejo (quien se levantaba de la mesa para que no lo viéramos llorar), fue a dar clases a la facultad. Con el aula llena, después de dar un rato de clase dijo "Espero sepan disculparme, pero me tengo que retirar. Ayer perdí un amigo."
Hoy hablando por teléfono con energúmenos a los que tengo que explicarles todo 10 veces, me acordé de la paciencia que le tenía a mi perro:
- Sentado!... sen- sentante Poncho. Poncho, sentante. Sentate. NoooOO! Sentate. Muy bieeen!! Muy bien mi perrito. Muy bien! Ahora dame la patita...
- Ahora esperá, no cruces. NO! no, eh? No cruces... esperá sentadito. Esperá! Ahora daledaledaledale!!
- Vamo' a pasear? Vamo?! Sí?! Siii vamo' a pachear.. tziiii! Vamo' vamo' vamoo0'!!!! Dale vení! Dale, vamo'. Dale Pon- dale pelotudo vamo vamo vamo!!
- Poncho, qué estás comiendo...? qué est- NO!! Largá eso!! Dam- dámelo.. dame Poncho! Dámelo... largá... LARGÁ!!.... QUÉ?! A mí me vas a gruñir?? Cuidadito!! Cuidadito EH?!

PD: Dedicado a Poncho, mi mejor amigo más ausente.
Qué raro extrañar a una mascota como a una persona, no? Me pasa de ir en el auto y ver perritos y recordar al mío. Me pasa que con cada uno que abrazo, siempre en algún punto siento que es Poncho. Cuando me preguntan por él, casi siempre alguna lágrima se me escapa.
Me acuerdo que cuando lo fuimos a ver con mi familia, mi viejo fue todo el camino diciendo "No vamos a traerlo, eh? No vamos a tener un perro" (y nosotros enculados). Fue increíble. Se acercó a la caja de cartón, le alzaron en sus manos a una pelotita negra con un hocico diminuto que lo miraba y dijo "¿Cuándo nos lo podemos llevar?"
Dormí con él las primeras noches... Bah! "Dormí". Sufrí que llorara sin parar mientras lo calmaba como si fuera mi hermanito: "Bueeeno ponchito, tranquilo. Yo sé que extrañás a tu mamá". Mientras lo abrazaba (y a veces pensaba en cómo dormirlo de un golpe).
Yo decía que era mi mejor amigo. Cuando llegaba triste a casa siempre lo buscaba y lo abrazaba (mientras él gruñía, obviamente). Mi hermana se envolvía de risa y emoción cuando me veía. Ella todavía hoy llora.
Cuando caí en la cuenta de que lo íbamos a perder, lloré como si fuera un nene. Desconsoladamente. Me acuerdo de levantarme a la madrugada e ir a su cuchita para pedirle que no se vaya... De rezar, para que no se lo lleven. No soy muy creyente, pero hasta le dí de tomar agua bendita. Era su hora, pero no la nuestra...
El veterinario que ya le había tomado mucho cariño nos dijo que había que sacrificarlo, pero no teníamos el corazón ni el coraje. Sufría, pero no podíamos ser quienes termináramos con su vida. Finalmente mis viejos tomaron la decisión de hacerlo sin decirnos la fecha, para que no estuviéramos expectantes.
Ese día estaba trabajando en Ramos Mejía. Me sonó el celular y al ver que era mi mamá se me llenaron los ojos de lágrimas. Era lo que pensaba, pero nos había hecho un último favor: Ese día habían sacado turno para las 17 hs... Eran las 16 y mi viejo trabajaba en casa. Pasó por al lado de su cuchita y lo vió muy sereno. Lo tocó y ya se había ido. Poncho murió de causas naturales una hora antes de que lo sacrificáramos (acto que nos habría marcado mal por mucho tiempo).
Al día siguiente mi viejo (quien se levantaba de la mesa para que no lo viéramos llorar), fue a dar clases a la facultad. Con el aula llena, después de dar un rato de clase dijo "Espero sepan disculparme, pero me tengo que retirar. Ayer perdí un amigo."
Hoy hablando por teléfono con energúmenos a los que tengo que explicarles todo 10 veces, me acordé de la paciencia que le tenía a mi perro:
- Sentado!... sen- sentante Poncho. Poncho, sentante. Sentate. NoooOO! Sentate. Muy bieeen!! Muy bien mi perrito. Muy bien! Ahora dame la patita...
- Ahora esperá, no cruces. NO! no, eh? No cruces... esperá sentadito. Esperá! Ahora daledaledaledale!!
- Vamo' a pasear? Vamo?! Sí?! Siii vamo' a pachear.. tziiii! Vamo' vamo' vamoo0'!!!! Dale vení! Dale, vamo'. Dale Pon- dale pelotudo vamo vamo vamo!!
- Poncho, qué estás comiendo...? qué est- NO!! Largá eso!! Dam- dámelo.. dame Poncho! Dámelo... largá... LARGÁ!!.... QUÉ?! A mí me vas a gruñir?? Cuidadito!! Cuidadito EH?!

PD: Dedicado a Poncho, mi mejor amigo más ausente.
Comentarios
Esos amigos siempre estarán en el corazón!
Ahora esta en el cielo de perros, donde pueden comer cualquier porqueria sin enfermarse, cruzar calles sin ser atropellados y no tienen que sentarse ni dar la patita a humanos perfeccionistas.
Un abrazo de quien se identifico con tu post
mi gato era una mierda. cuando les conte a mis amigas que se murio todas festejaron....
Mi jefe se retiró respetuoso (vaya a saber que habrá pensado) lo cierto es que a mi se me habían llenado los ojos de agua con lo que escribiste.
Gracias por compartir tus recuerdos con los que leemos y gracias por sacarme a mi jefe de adelante :)
Marina